Abhijit V. Benerjee y Esther Duflo
Uno de los
principales problemas a los que hoy se enfrenta el mundo es la pobreza, pues no
se encuentra muy lejos de la realidad dado que estas personas no solo tienen la
desgracia de que son pobres y no disponen de recursos, sino que nadie actúa
para salvarlos: llamémoslo desigualdad global. Banerjje y Duflo nos acercan
hacia los protagonistas de este libro, los pobres; las desigualdades de éstos y
la necesidad de romper las barreras entre la persona rica y la que es
pobre. Repensar la pobreza representa la importancia de los pobres en el
mundo y la necesidad de la actuación del mundo para salvarlos.
¿Cuál es la causa principal de la
pobreza?, ¿la democracia es buena para los pobres?, ¿cuál es la función de
ayuda al desarrollo si no se lleva acabo?. Éstas son algunas de las preguntas
fundamentales que algunos expertos nos plantean. Jeffrey Sachs, asesor de
Naciones Unidas y Director del Instituto de la Tierra en la Universidad de
Columbia, obtiene respuesta para estas preguntas. Sachs defiende a los países
pobres, cree que éstos deben recibir ayuda del exterior para lograr un mejora
en su economía y sociedad, y gracias a ella podrán invertir en zonas críticas
para producir y crear una cadena de continuo movimiento. Por el contrario, una
de las figuras públicas más destacadas en la oposición a la ayuda internacional,
William Easterly opina que la mejor mejora para un país es la que solucione el
mismo, siendo éste el productor de todos los objetivos a cumplir obteniendo
poco a poco sus recursos.
¿Quienes creen
en las trampas de la pobreza?. “En este mundo no existe la trampa de la
pobreza, puesto que los ingresos de los más pobres superan en todo momento los
ingresos con los que empezaron, la gente se va haciendo más rica a lo largo del
tiempo hasta que su renta deja de crecer”. Las personas que son muy pobres
ganan menos de lo que necesitan para poder hacer un trabajo significativo, pero
quienes tienen suficiente para comer pueden realizar trabajos agrícolas más
serios. Esto genera una trampa de pobreza: los pobres son cada vez más pobres,
y los ricos cada vez más ricos. La diferencia económica que existe entre los
ricos y los pobres es evidente, sin embargo la diferencia social es aún mas
descarada. Una persona pobre es aquella que no dispone de nada: dinero,
recursos, etc., pero sobre todo no puede tener una alimentación saludable. El
cuerpo humano necesita de una cierta cantidad de calorías, asimismo, cuando uno
es pobre, toda la comida que pueda pagarse apenas le permite movimientos
vitales básicos, e inicialmente volver a recuperar esos ingresos para volver a
gastarlos en comida; todo esta en continuo movimiento, es una cadena.
Repensar la pobreza destaca otros
grandes protagonistas: los niños, pues estos no son los culpables de haber
nacido en tales condiciones, o de que no existan los suficientes recursos para
que no puedan tener una alimentación adecuada, o de que no exista ningún
remedio para curar todas las enfermedades que día a día capta. La desnutrición
infantil es una de las cuestiones que ataca el sureste asiático. Los niños
pobres están muy por debajo de su peso en relación con su estatura, una entre
otras cosas, aproximadamente uno de cada cinco niños menores de tres años está
poco desarrollado, lo que quiere decir que se encuentra por debajo de la
definición internacional de desnutrición severa.
En el ámbito de la salud, Banerjee y Duflo enseñan sus visiones más
representativas. Las soluciones asequibles y efectivas para prevenir
enfermedades no siempre tienen el efecto convincente entre la población pobre.
En el proceso de toma de decisiones a veces gana el desconocimiento de adquirir
antibióticos que no siempre son necesarios o el sometimiento a operaciones que
llegan demasiado tarde. Por lo tanto, la salud es una fuente potencial de
trampas. Los problemas de salud merman de lleno
el progreso de la persona. En este sentido, los autores señalan la existencia
de soluciones asequibles; algunos remedios son tan baratos que todos deberían poder
permitírselos. Consideran que una forma lógica para mejorar la situación es proveer
servicios preventivos gratuitos y convertir estos
servicios en la opción por defecto siempre que sea posible. Como inversiones en
salud pública, muchas de estas subvenciones permitirán recuperar su coste a
través de la reducción de enfermedades y muertes, y del aumento de los
ingresos, los niños que enferman menos van más a la escuela y los adultos sanos
ganan más.
En cuanto a sus profesionales, no todos
los médicos podían definirse realmente como tal, es decir, solo la mitad de los
médicos privados tienen estudios y titulación de Medicina. Su nombre es
“médicos bengalíes” porque en Bengala se creó una de las primeras facultades de
medicina de la India y los médicos se dispersaron por el norte del país
buscando destinos donde poder ejercer. Un ejemplo de ello es una entrevista a
un hombre que se dedicaba a la medicina sin tener pleno conocimiento de ésta:
“Me gradué en el instituto de enseñanza secundaria y, como no encontraba
trabajo, decidí dedicarme a la medicina”. Éste es uno de los tantos ejemplos de
médicos que sin tener ningún tipo de estudio decidieron ejercer de ello. Por
otro lado, nos encontramos ante los médicos públicos, pues éstos no es que no
solo no tengan estudios sino que dedican 2 minutos a cada uno de sus pacientes;
les hacen una serie de preguntas y en la mayoría de los casos no llegan ni a
tocar al paciente, asimismo, en ocasiones llegan a ausentarse de la consulta
hasta que creen adecuado para volver.
Como resultado de esto, podemos afirmar
el que los pueblerinos eviten acudir al médico: el médico privado asegura que
estará en su puesto de trabajo aunque realmente no tenga estudios de medicina,
y el médico público puede estar o no en la consulta y te expones a una breve
examinación de éste, siendo uno mismo consciente de que el sistema público no
funciona bien. Entonces, ¿cuál es la solución al sistema de salud en los países
pobres?. Frente a ésta pregunta, muchos apuntan hacia la fe, exponen que ésta
les ayuda a creer en las posibilidades de crecer en el sistema de la salud, de
mejorar en las ayudas, etc. Otros, sin embargo, se basan en la esperanza de
esperar a que su sanidad junto con su pobreza y mala suerte desaparezcan,
dejándoles libres de su “desgracia”.
Cuando alguno de nosotros mira hacia los
problemas de los pobres piensan lo desafortunados que son o la mala suerte que
han tenido, no podemos estar más lejos de la realidad; somos iguales que ellos
solo que con más dinero. Nosotros no somos superiores a los pobres ni ellos inferiores
a nosotros, hemos tenido la gran suerte de nacer y crecer en un mundo mejor,
más desarrollado y con más mejoras; pero si realmente nos fijamos en sus
problemas, son los mismos que los nuestros solo que nosotros tenemos más
facilidad para resolverlos porque contamos con muchos más medios. Sin ir más
lejos, nosotros que estamos hablando de ello disponemos de más información, más
recursos para buscar lo que deseemos pero realmente estamos como ellos, no lo
sabemos todo, no sabemos nada, necesitamos recurrir a diversos medios para
informarnos de las cosas. Y volviendo al tema anterior, nosotros si podemos
confiar en nuestros médicos (o al menos en muchos de ellos) tanto en el sistema
público como en el privado, los pobres no, éstos tienen que conformarse con el
médico al que se encuentren. Por lo tanto, cuando pensemos en los pobres
debemos pensar que entre ellos y nosotros no existen tantas diferencias:
economías diferentes. Deberíamos pensar en soluciones para ayudarles porque no
hay cientos de pobres en desastrosas situaciones, sino que hay millones de
personas que están así y día a día luchan por intentar sobrevivir.
La educación en estos países es una de
las más pobres en el mundo porque no solo se trata de que no haya escuelas
donde enseñar, sino que no hay niños para enseñar. No hay un demanda suficiente
de niños para enseñar, por lo tanto no se necesitan profesores para ello, lo
que finaliza en que no se necesita de la construcción de escuelas. Este es un
gran problema tanto para sociedad, porque se priva de los que podrían ser
grandes profesionales, como para los propios niños porque podrían llegar a ser
grandes abogados o grandes atletas. La solución a todo esto es sencilla, buscar
la forma en la que un niño quiera ir a la escuela, que un niño entre en un aula
y que el profesor que le vaya a enseñar este bien cualificado, todo lo demás
irán encajando poco a poco.
Conseguir que los niños vayan a la
escuela es el primer paso a cumplirse, pero si una vez allí no aprenden nada,
¿de que sirve tanto esfuerzo?. La calidad de la enseñanza en estos países es
muy baja porque no solo los profesores tiene poco interés, pues en ocasiones se
han encontrado en la sala de descanso leyendo un periódico o tomando un café en
lugar de estar dando clase, sino también los padres de los niños creen que el
estudio solo les será útil para corto plazo, es decir, que no llegarán a nada
con ellos. Asimismo, muchos pensamientos apuntan a que las inversiones las
hacen los padres para luego, y en la mayoría de las ocasiones, mucho más tarde
son los niños los que se llevan los beneficios. En muchos casos, los niños
acaban devolviéndole todo a los padres, por ejemplo haciéndose cargos de ellos
en la vejez, pero sin embargo en otros casos, son los hijos los que abandonan a
los padres a su suerte.
La mayoría de los sistemas escolares son
fuente tanto de injusticias como de despilfarros. Los diferente tipos de niños,
según sean ricos o pobres, van a diferentes escuelas: los ricos van a escuelas
donde se les atenderán mejor y con más atención, donde desarrollarán su
verdadero potencial. Por el contrario, los pobres acuden a escuelas donde dese
el principio queda constancia de no desarrollaran ninguna de sus cualidades, no
se les atenderá con sensibilidad y donde incluso se les rechace. Existe una
gran diferencia entre estos niños, pues no solo se les clasifica por el nivel
social de sus padres sino que ellos son los que reciben las consecuencias de un
sistema que ningún niño debería sufrir, debiendo ser todos tratados por igual,
pero cabe otra cuestión, ¿y si son los padres de los niños ricos los que no
quieren que sus hijos que relacionen con los pobres?, ¿es esa una cuestión
económica o social?.
Una mayor población demandará más
alimento, más cultivo, etc. Si los hijos de familias numerosas son menos
susceptibles a recibir educación, nutrición y cuidados de salud adecuados, y si
las familias pobres son más propensas a ser numerosas se formará un mecanismo
para la transmisión intergeneracional de la pobreza por el cual los padres
pobres engendran hijos pobres. En muchos casos, los padres piensan que sus
hijos serán su futuro, su inversión vital: cuidaran de ellos en la vejez. Y
para ello tiene hasta ocho o nueve hijos para que al menos dos de ellos se
hagan cargo cuando los padres envejezcan. No solo el hecho de que les vayan a
cuidar en la vejez, sino que cuando una mujer da a luz y es una niña, intentan
buscar un segundo hijo deseando que sea niño; buscan la pareja. Por
consiguiente, si el segundo hijo es del mismo sexo que el primero, buscan el
tercero para conseguir uno de cada sexo. Los autores presentan que tener tantos
hijos es innecesario. Apuestan por los seguros médicos o las pensiones de la
vejez, no necesariamente tienes que tener numeroso hijos para tener una
jubilación digna, sino que existen numeroso sistemas en los que creer.
Los pobres viven en un continuo riesgo:
éste no solo queda limitado en la economía o la comida, sino que llega mucho
más allá, la salud, la delincuencia, la corrupción y la violencia política. Un ajuste
del consumo, puede significar recortes de gastos esenciales, por ello cambian
el riesgo: una misma familia puede tener a tres de sus miembros trabajando en
siete ocupaciones diferentes, lo que por otra parte es ineficiente, pues
elimina la posibilidad de especialización. Dada la situación propia, es difícil
que puedan ayudarse entre ellos, pero las aseguradoras tampoco asumen la
responsabilidad por el alto riesgo de fraude. Éste es un ejemplo de la
inseguridad y el riesgo de los pobres, pues no solo son ellos mismos, sino que
miles de circunstancias les condicionan aun así de su difícil situación.
Por un lado, no es solo la situación de
riesgo de los pobres, sino también el riesgo que existe en sus préstamos. Los
que reciben los préstamos van sometidos a un alto interés y solo una mínima
parte de ellos proceden a bancos comerciales. Ha habido casos de préstamos
gubernamentales por interés electoral, con gran índice de morosidad, lo que
ahuyenta a los bancos, al igual que la falta de información para poder
localizar a los pobres, pues hace más difícil encontrar a los deudores en el
caso de que éstos lo fuesen. Sin embargo, por otro lado, las ayudas solidarias
son una forma de solucionar el riesgo que existe en las familias pobres y sus
préstamos, la ayuda entre ambas. Si en algún momento a una familia le va bien y
podría ayudar a otra familia que no lo esté pasando tan bien, o que se
encuentren en una situación delicada económicamente; pero extrañamente cuando
se trata de enfermedades no se ayudan entre ellas. Los problemas de salud están
muy mal asegurados, y cuando se trata de ello nadie se ayuda y todos quedan al
amparo de su suerte. Finalmente a todo esto, los autores añaden que existe un
gran margen para la acción del gobierno, lo cual apunta a que no tiene porque
ser un sustituto de un mercado de seguros privados: las empresas privadas
podrían seguir vendiendo el mismo tipo de productos que hasta ahora. De igual
forma, y apuntando los enormes objetivos que podrían lograrse si los pobres no
tuvieran que ser los gestores de los fondos de alto riesgo de sus propias
vidas, ello podría ser un buen escenario para usar los fondos públicos para el
logro del bien comunitario.
¿Son los microcréditos parte de las
finanzas de los pobres?. Ésta es otra de las cuestiones que éste libro nos
plantea, pues en la India las microfinanzas están señaladas en el “sector
prioritario”, lo que da a os bancos incentivos financieros para prestar dinero
a los pobres en buenas condiciones, y a su misma vez, equivale a una subvención
implícita muy elevada. Los líderes de las IMF (Instituciones de Microfinanzas)
notaron que había una prueba clara de que las microfinanzas funcionaban.
Algunas familias eran más propensas a iniciar una actividad económica y a
adquirir bienes de consumo duraderos, sin embargo muchos de ellos no eran
capaces de iniciar un negocio dado que no se sienten muy atraídos e
identificados con los microcréditos que incluso, en ocasiones, no llegan cuando
los necesitan. A todo ello, Banerjee y Duflo concluyen como el mal sistema de
éste modelo, pues consideran que no se deberían de poner grandes sumas de
dinero en manos de alguien que podría fracasar. Aunque, a pesar de ello, en muchas
ocasiones las microfinanzas han demostrado que pueden financiar, su estructura
no permite la creación de grandes empresas. Encontrar medios a través de los cuales poder financiar
empresas de tamaño mediano, es uno de los mayores retos para las finanzas en
países de desarrollo.
Banerjee y Duflo descansan la importancia
de los pobres en la época victoriana, pues éstos no eran capaces de pensar en
el futuro. Por contra, desde la actuación de los entusiastas del microcrédito
los pobres han cambiado su apariencia de incompetentes, pero añade que “la
posesión de riqueza estimula a las personas a invertir en paciencia, se deduce,
por tanto, que la pobreza hace a las personas más impacientes de manera
permanente”. ¿Quiere decir esto que las personas pobres viven en una continua
incertidumbre y a la espera de grandes logros?. Parte de aquí la importancia de
las administraciones y los bancos, pues son estos los que no quieren ayudar o
subvencionar a los pobres para así poder obtener beneficios en sus vidas.
El ahorro
en estas ocasiones se encuentra mucho más alejado de la realidad, pues todos
quieren disponer de su dinero a corto plazo, es decir, no quiere ahorrar. El
comportamiento de ahorrar depende mucho de las expectivas de futuro: las
personas pobres deben asegurar sus decisiones a la hora de tomarlas, y por el
contrario, los que no tienen nada que perder no tienen porque aferrarse a
ninguna seguridad. Sin ir más lejos y lo anteriormente comentado, para escapar
de la trampa de la pobreza, los pobres necesitan algo más que unas simples
decisiones: un cambio social y económico que actúe directamente en las zonas
más necesitadas.
Muchos de los autores más destacados
resaltan el increíble emprendimiento que en muchas ocasiones realizan los
pobres: aún siendo pobres tienen espíritu de luchadores. Siempre soñando y
creciendo a través un camino largo y complicado pero con grandes ilusiones. Sus
economías son complicadas y sus negocios requieren de mucha dedicación; sus
tipos de intereses son elevados pero
incluso así pueden llegar a devolver sus préstamos, lo que implica que la tasa
de rentabilidad del dinero invertido en sus negocios es muy elevada. Por otro
lado, a pesar del trabajo y la dedicación de sus empresas, muchas de estas no
tienen empleados y el promedio de asalariados va desde cero en la zona rural de
Marruecos hasta 0,57 en el México urbano. La baja rentabilidad de las empresas
gestionadas por personas pobres también permite explicar la razón de porque el
microcrédito no conduce a una transformación radical de las vidas de sus
clientes. De ésta razón podemos obtener porque los pobres pueden disponer de
tan limitados créditos. Los autores creen que una de las causas de que no
crezcan las empresas de los pobres remite a la naturaleza de los negocios que
tienen. Para los pobres, emprender en un nuevo proyecto es muy difícil ya que
no disponen del apoyo suficiente como para poder llevar su objetivo a cabo, por
lo que Banerjee y Duflo exponen que un individuo normal que tenga un pequeño
negocio sea un “emprendedor natural” puesto que éste si puede llegar a
conseguir parte de sus objetivos sin necesidad de ayuda.
Finalmente, y como opinaba Easterly,
muchos de los grandes expertos sostienen que ayudas del exterior puede empeorar
la situación de éstos países; su desarrollo y mejora económica y social tiene
que llevarse a cabo por cuenta de ellos. Mientras que en el lado opuesto nos
encontramos a Sachs, pensando que la corrupción es una trampa de la pobreza;
con ayuda de otros países podrían llegar a salir de la pobreza y a
desarrollarse con éxito.
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